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Cine nostálgico: La obsesión de Hollywood por no soltar el ayer

  • Foto del escritor: Deyvid Hernandez
    Deyvid Hernandez
  • 16 ene
  • 5 Min. de lectura

El séptimo arte ha encontrado la fórmula del éxito en las sensaciones nostálgicas del pasado, pero, ¿es esto un homenaje al cine o una señal de crisis creativa?


La nostalgia es una de las emociones más poderosas que tenemos los seres humanos. En un mundo tan acelerado como el que vivimos, este sentimiento nos transporta a momentos felices, evocando sensaciones de seguridad y confort, fortaleciendo el sentido de nuestra propia identidad existencial. Como herramienta de autodescubrimiento, ella nos permite darnos un respiro de los momentos negativos, además de saborear aquellas pequeñas cosas de la vida con una mirada positivista, un hecho científico que el mundo del cine ha sabido aprovechar en los últimos años para ejercer un fenómeno cultural al que expertos llaman "cine nostálgico".


Tal como su nombre lo menciona, este recurso hace uso del vínculo emocional con el pasado para explorar nuevas narrativas dentro del séptimo arte que se fundamentan en lo ya conocido por la audiencia, de ahí que en la actualidad, el cine tenga tantos remakes, secuelas, trilogías, sagas y reboots de productos que alguna vez fueron reyes de taquilla o audiencia. A pesar de que esta estrategia comercial ha tenido un éxito gigantesco dentro del sector, muchos consideran que su sobreexplotación durante los últimos 20 años, ha volcado a una idea general de que Hollywood se está quedando sin creatividad.

Para explorar el supuesto problema desde todas las aristas, primero debemos indagar en sus raíces. Antes que nada, vale la pena mencionar que, las llamadas continuaciones no son algo nuevo dentro del campo cinéfilo, de hecho, la primera secuela (de forma no oficial) en la historia fue The Fall of a Nation (1916), una película de propaganda a favor de la guerra, inspirada en el film The Birth of a Nation (1915), no obstante, la forma en que conocemos estas entregas empezó a definirse a mediados de los 70, con la llegada de las primeras franquicias taquilleras como El Padrino (1972), Tiburón (1975) y Rocky (1976).


Estas producciones, que en un principio se realizaron con el ideal de ampliar el universo narrativo de sus filmes, pronto se convirtieron en una mina de oro para los estudios productores quienes hallaron en las secuelas y continuaciones la fórmula perfecta de ganar mucho dinero apostando sobre la base segura de un nombre reconocible. Esta tendencia, que casi de manera inmediata se volvió la fórmula segura del triunfo con cintas de alto valor como El Imperio Contraataca (1980), Indiana Jones y la Última Cruzada (1989) o Terminator 2: El Juicio Final, empezó a definir el camino que el séptimo arte tomaría por los próximos años.

A pesar de gozar de una gloria inmensa en los 70, 80 y 90's, el verdadero fenómeno nostálgico empezó a hacer aparición hasta mediados de los 2000, con el regreso de sagas emblemáticas como Terminator y Jurassic Park. Si bien en esta época, el ideal seguía siendo expandir la historia original, es también en este tiempo que se empieza a notar como otros géneros como la comedia, la animación, el romance y el drama empezaron a profundizar en este recurso, generando nuevas audiencias y asegurando la permanencia de personajes representativos de la cultura popular.


En 2008, esta táctica retomó la grandeza de sus años dorados con la incorporación de un género que en la década de los 80 y 90 no se lograba definir: el cine de superhéroes. Productoras como Marvel Studios empezaron a hacer uso de sus filmes originales para restablecer el concepto del universo cinematográfico, en el cual cada historia estaba interconectada, pero le añadieron un plus: todas estas narrativas desencadenarían un gran evento, en el cual todos verían a sus personajes favoritos, mezclando así lo nuevo con lo antiguo y generando una experiencia para el espectador que resultaba eficaz, dinámica y entretenida, una fórmula que otras franquicias como Avatar, el Señor de los Anillos o incluso Shrek replicaron y que en cuestión de pocos años se propagó dentro de la industria por segunda ocasión.

Sin embargo, la pandemia del COVID-19 marcó un punto de inflexión. Con la industria cinematográfica en crisis debido a las constantes restricciones de salud, las grandes franquicias sufrieron un declive momentáneo, situación que fue aprovechada por algunos cineastas como Greta Gerwig o Christopher Nolan para poner a sus creaciones originales Barbie y Oppenheimer en lo más alto de la industria, demostrando que la creatividad aún tenía espacio en la vida de la audiencia y que incluso, para este momento tan crítico, las preferencias del público habían cambiado, encontrando más gusto en las narrativas frescas y originales que en las historias de sagas interminables.


Aun así, como lo mencionábamos antes, la nostalgia siempre ha sabido encontrar su lugar dentro del sector, por ello, varios estudios, quienes se vieron afectados con la crisis pandémica, recurrieron a una estrategia que, para algunos, significó el declive que el séptimo arte ha tenido en los últimos años: reestrenar éxitos de taquilla pasados. Pronto, cintas como Avatar, Titanic y Avengers volvieron a la gran pantalla, apelando a ese sentimiento de añoranza en el público para recuperar las pérdidas económicas de la pandemia y, asimismo, reforzar la idea de que el pasado sigue siendo un negocio rentable, una mentalidad que al parecer los directores de cine del 2024 se dejaron influenciar al ser un año caracterizado por filmes que, en su mayoría, eran secuelas o continuaciones y posicionar cinco de ellas (Intensamente 2, Deadpool y Wolverine, Moana 2, Mi villano Favorito 4 y Dune 2) como las más recaudadoras de ese año.

Ante este panorama, muchos consideran que, a pesar de todo, el cine que apela a la nostalgia no es en sí el problema, puede de hecho ser un recurso valioso cuando se usa con propósito y creatividad, el verdadero inconveniente es el uso excesivo de este medio para contar historias, ya que, cuando este se convierte en la única apuesta de una industria que se supone esta caracteriza por ser creativa, se corre el riesgo de convertir el cine en una máquina de reciclaje sin alma, un campo que teme soltar el pasado y asumir riesgos porque se ha acostumbrado a la tranquilidad que los clásicos afirman tener. Es por ello que ahora, más que nunca, es momento de que Hollywood apueste por historias nuevas que cautiven al público sin depender de recuerdos ya vividos, después de todo, esto hace parte de la evolución a la que constantemente está sometida esta área artística e incluso, si se sabe hacer una historia innovadora, con el tiempo, estas narrativas puedan convertirse en la nostalgia del futuro.









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