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Cómo entrenar a tu dragón: El live action que reescribe un clasico sin traicionarlo

  • Foto del escritor: Deyvid Hernandez
    Deyvid Hernandez
  • 1 jul
  • 4 Min. de lectura

El popular film de Dreamworks regresa a lo grande con una versión que transforma el asombro animado en pura emoción real.


Cuando Cómo entrenar a tu dragón se estrenó por allá en 2010, pocos imaginaron que la tierna e inusual amistad entre un joven vikingo y un dragón herido se convertiría en una de las franquicias animadas más queridas del cine moderno. Aquello, que comenzó como una cinta familiar, se transformó rápidamente en un fenómeno cultural con múltiples secuelas, series derivadas y una legión de fans alrededor del mundo que creyeron en la magia de Berk. Ahora, catorce años después, el rugido de Chimuelo vuelve a escucharse en la gran pantalla, esta vez en carne y hueso, para recordarnos que algunas historias merecen volar más de una vez.


La trama vuelve a contarnos la historia de Hipo, un adolescente vikingo de 16 años y heredero al trono de la Isla de Berk, donde su padre, Estoico el Vasto, lidera la lucha diaria contra los dragones que arriban para causar caos. Una noche, mientras una de estas incursiones se desarrolla, Hipo logra derribar a un Furia Nocturna, una especie nunca antes vista. Debido a que nadie le cree, decide ir tras él por su cuenta para intentar matarlo, pero antes de actuar, demuestra piedad por la criatura, a quien llama Chimuelo, naciendo una amistad tan inesperada como poderosa, que termina revelando un antiguo secreto sobre estas bestias aladas.

Cómo entrenar a tu dragón es la adaptación perfecta a la que todo live action debería aspirar. Más que replicar la narrativa original, la cinta se atreve a incorporar elementos propios que enriquecen su atractivo, como la eliminación de chistes que solo funcionaban en la animación o el rediseño de escenas para profundizar en sus personajes, lo que fortalece el relato tanto visual como emocionalmente.


Hipo, interpretado por Mason Thames, mantiene su esencia como un joven escuálido, inteligente y marginado, pero rompe el molde del personaje sumiso de la versión animada para adoptar una personalidad más firme, sin perder la humildad y persistencia que lo definen. Asimismo, su conexión con Chimuelo se siente aún más intensa que en la película de 2010, haciendo que su vínculo trascienda la típica relación humano-mascota, para percibirse como una verdadera amistad, dando lugar a momentos tiernos y divertidos que refuerzan profundamente su lazo.

Gerard Butler, retomando el papel de Estoico, a quien dio voz en la franquicia original, es un acierto absoluto. Encarnando al feroz vikingo, Butler transmite con solidez su rudeza, liderazgo y autoridad, pero también da espacio a una interpretación más vulnerable que, junto a la actuación de Thames, potencia su arco narrativo y lo convierte en una figura más humana. Astrid, interpretada por Nico Parker, es una grata sorpresa, que logra callar las críticas iniciales al representar con precisión a la joven cazadora de dragones de forma salvaje, dominante y competitiva, pero con un toque femenino que no debilita al personaje, sino que lo eleva.


Los personajes secundarios tampoco se quedan atrás. Los jinetes de Berk, interpretados por Gabriel Howell, Julian Dennison, Harry Trevaldwynn y Bronwyn James (como Patán, Patapez, Brutacio y Brutilda, respectivamente), resultan fieles a sus contrapartes animadas y, en el caso de Patán, este recibe un desarrollo adicional que logra conectar con el público, aunque no lo suficiente como para que olvidemos por qué no era tan querido en la película original. Bocón, encarnado por Nick Frost, es otra excelente elección. El actor británico interpreta con soltura la rudeza, el sarcasmo y la imprevisibilidad del personaje, además de generar desde el primer instante una conexión genuina con Hipo, reafirmando su rol como segunda figura paterna.

Los efectos especiales son otro de los grandes aciertos de esta producción. A diferencia de otras adaptaciones que fallan al trasladar diseños animados a la acción real, Cómo entrenar a tu dragón no intenta ser hiperrealista, al contrario, reconoce que, aunque sus protagonistas ahora son de carne y hueso, su esencia fantástica no debe perderse. Bajo esa premisa, los dragones cobran vida de manera convincente, combinando animación con realismo para mantener intacto el tono emocional del producto original, haciendo que animales como Chimuelo sigan siendo del agrado del público, mientras que criaturas como el imponente dragón alfa del clímax, sigan generando el mismo impacto y temor que en la cinta animada.


La ambientación y la banda sonora también brillan con fuerza. El trabajo conjunto de John Powell y el director de fotografía Bill Pope aprovecha al máximo los paisajes naturales de las Islas Feroe, Irlanda e Islandia, creando un espectáculo visual que transporta al espectador a una auténtica experiencia vikinga, todo esto, reforzado a su vez, por una partitura envolvente, cargada de melodías medievales e intensos pasajes dramáticos que elevan cada escena clave.

Sin titubear ni caer en excesos, Cómo entrenar a tu dragón demuestra que el cine live action todavía puede conmover, emocionar y sorprender cuando se hace con respeto, corazón y visión artística. Esta nueva versión no solo reinterpreta con maestría un clásico animado, sino que lo lleva al siguiente nivel con actuaciones memorables, una ambientación impactante y sensibilidad narrativa que sabe cuándo volar alto y cuándo tocar tierra, demostrando no ser simplemente una buena adaptación, sino también una muestra de que, cuando se cree en la historia que se cuenta, la magia puede volver a ocurrir.




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