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F1: Una experiencia que deja huella a máxima velocidad

  • Foto del escritor: Deyvid Hernandez
    Deyvid Hernandez
  • 4 jul
  • 4 Min. de lectura

El cine y el automovilismo cruzan caminos para brindarnos una oda épica de adrenalina que pisa fuerte en la pantalla grande.


Hablar de la Fórmula 1 es hablar de grandes personalidades como Lewis Hamilton, Checo Pérez o Max Verstappen, campeones mundiales que, con su talento y determinación, han revolucionado la historia de este deporte automotor. Ahora, Brad Pitt se une a la pista para traernos una historia que combina velocidad, emoción y humanidad en F1, un filme que no necesita grandes campañas publicitarias ni pretensiones desmedidas para ofrecer una experiencia que sorprende tanto a fanáticos de los autos como a cinéfilos de corazón.


La cinta narra la historia de Sonny Hayes, un expiloto de Fórmula 1 que, tras un grave accidente, dejó las pistas atrás para vivir una vida nómada llena de excesos donde aún compite regularmente. Una noche, intentando escapar de su tormentoso pasado, Hayes recibe la visita de un viejo compañero de escudería, Ruben Cervantes, quien lo convence de regresar al automovilismo para ayudar a salvar a su equipo, APXGP, que se encuentra al borde de la bancarrota y necesita un piloto con talento ganador como Hayes. Sin embargo, después de 30 años de ausencia, Sonny descubrirá que el mundo que alguna vez amó ha cambiado por completo y deberá ganarse desde cero el cariño del público y el respeto de sus compañeros si quiere demostrar que aún conserva ese potencial oculto.

F1 ha logrado abrirse paso en medio de una intensa batalla por la atención del público. A pesar de competir contra producciones como el live-action de Cómo entrenar a tu dragón, el continuo éxito de Lilo y Stitch o la nueva cinta de Pixar, Elio, el film no se ha quedado atrás. Con una narrativa que fusiona las emociones intensas del automovilismo con la excelencia cinematográfica bajo la dirección de Joseph Kosinski, demuestra por qué es, quizá, la mejor cinta estrenada en lo que va del año.


Las actuaciones, como era de esperarse, son el corazón de este largometraje. Brad Pitt, quien encarna al protagonista, ofrece una interpretación sólida, fresca e irónica que convierte a su personaje en el típico espíritu rebelde que jamás envejece, pero lo lleva al siguiente nivel al no olvidar su turbulento pasado, otorgándole cierta vulnerabilidad que, incluso en sus momentos sarcásticos, conecta fácilmente con la audiencia y lo transforma en un superhéroe de la vida real. Asimismo, su relación con el personaje de Idris es química pura en su máximo esplendor; si bien al inicio el filme juega con la clásica rivalidad entre el veterano y el novato, la historia reconoce la necesidad de salir de la zona de confort y se atreve a explorar este vínculo desde un lado más humano, construyendo una relación mucho más compleja, con roces y desafíos, que finalmente desemboca en respeto mutuo.

Damson Idris, interpretando al joven prodigio Joshua Pearce, brinda una actuación memorable, dando vida a un personaje arrogante, vanidoso e impredecible, pero que a la vez reconoce su situación y, a medida que la trama avanza, logra conseguir su propio desarrollo, volviéndose carismático y alejándose afortunadamente del típico cliché del principiante engreído, tan común en este género. A su vez, Idris aporta su propio toque al personaje, otorgándole una personalidad en constante conflicto consigo mismo, lo que le permite destacar a la par del personaje de Pitt e incluso, en determinados momentos, robarse el protagonismo.


El elenco secundario también cumple un papel fundamental y, a diferencia de muchas cintas actuales, su presencia logra impactar dentro de la narrativa, elevando el drama. Javier Bardem, como el amigo de Sonny y dueño de APX, Ruben Cervantes, ofrece una actuación encantadora que encuentra el equilibrio entre lo dramático y lo simpático, brindando realismo a la desesperante situación de su personaje, pero evitando reducirlo a un simple empresario con deudas, mostrando también su lado humano y su preocupación por el bienestar del equipo. Kerry Condon, por su parte, interpretando a la ingeniera en jefe Kate McKenna, entrega una interpretación fuerte, estratégica y con presencia, convirtiéndose en una auténtica voz de la razón y aportando tensión emocional a su relación con el personaje de Pitt.

En el apartado técnico, la película encuentra el motor perfecto para desplegar todo su potencial. Las tomas, grabadas dentro de los monoplazas gracias a cámaras de tamaño reducido instaladas directamente en los vehículos, ofrecen una cercanía sin precedentes que permite al espectador vivir una experiencia inmersiva, formando parte de la acción, los choques y hasta las paradas en pits. Cada detalle está cuidadosamente trabajado: los autos, las competencias, las escuderías, absolutamente todo refleja el ambiente real de estos circuitos. Gran parte de este logro se debe a su productor, Lewis Hamilton, quien además integra grandes talentos del automovilismo en la cinta, logrando que incluso aquellos espectadores que jamás han visto una competencia se conviertan en fanáticos apasionados.


La ambientación, edición y banda sonora son otros grandes aciertos del filme. Gracias a la combinación de planos detalle con tomas generales, las emociones se viven de forma más intensa y auténtica. Las composiciones de Hans Zimmer cumplen su objetivo de impactar al espectador, ya que, al estar perfectamente ejecutadas, logran dar en el blanco en cada momento clave. Por último, el montaje convierte cada curva en una coreografía cinematográfica, donde los monoplazas son los grandes protagonistas y su estructura narrativa, como un coche de carreras, avanza a su propio ritmo, transformando su argumento principal en una auténtica celebración de vértigo y velocidad.

F1 no solo entiende la esencia de la velocidad, sino que la transforma en cine con alma, técnica y pasión. Es una obra que demuestra que, cuando el talento está detrás y delante de las cámaras, no hacen falta fuegos artificiales ni tramas rebuscadas para conquistar al público. Con actuaciones brillantes, una dirección impecable y un apartado técnico de primer nivel, esta cinta se posiciona como uno de esos escasos estrenos que superan cualquier expectativa para convertirse en referentes de su género, dejando claro que algunas películas nacen listas para hacer historia.





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