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Destino Final: Lazos de sangre, cuando morir se convierte en arte

  • Foto del escritor: Deyvid Hernandez
    Deyvid Hernandez
  • 3 jun
  • 4 Min. de lectura

La parca vuelve a escena con estilo, ritmo y muertes tan calculadas que hasta el destino aplaudiría


Desde su debut en el año 2000, Destino Final se convirtió en una franquicia de culto para los amantes del terror sangriento, gracias a su premisa original, su tensión constante y una creatividad macabra que convirtió cada muerte en un espectáculo. Con el paso del tiempo, la saga no solo marcó a una generación de espectadores temerosos de lo cotidiano, sino que también dejó huella en el género gore al demostrar que el verdadero villano podía ser algo tan intangible como el destino mismo. Su legado, lleno de escenas inolvidables, muertes imposibles y el suspenso meticulosamente calculado, la ha posicionado como referente obligado del horror. Ahora, después de 14 años de silencio, la muerte ha regresado una vez más para jugar con nuevas víctimas: la audiencia. Renovada, con más ingenio para matar y vísceras por doquier, esta entrega promete llevarnos al borde del asiento y de las emociones con cada escena.


Esta nueva cinta nos presenta la historia de Stephanie Reyes Campbell, una estudiante universitaria que durante más de dos meses ha tenido una recurrente pesadilla en la que presencia la muerte de miles de personas tras el colapso del restaurante Skyview, incluida una versión joven de su abuela Iris. Atormentada por estas visiones, Stephanie decide regresar a casa en busca de respuestas que le permitan poner fin a su sufrimiento; sin embargo, pronto descubre que aquello que la atormenta no fue un sueño, sino una premonición que su abuela tuvo más de 60 años atrás. Como Iris logró salvar a todas las víctimas en su momento, la parca ha regresado para cobrar venganza, desatando una nueva ola de muertes sobre su familia, por ello, Stephanie deberá encontrar la manera de evitar el trágico destino final que amenaza con alcanzarlos.

En esta nueva entrega de Destino Final, nos reencontramos con la coreografía absurda y deliciosa de masacres en pantalla, ejecutadas con un ingenio macabro y trampas visuales que transforman lo cotidiano en una amenaza. Esta sexta parte demuestra que la fórmula de sus predecesoras sigue más vigente que nunca, lo cual resulta positivo, considerando que las audiencias actuales tienden a rechazar historias que repiten patrones sin variaciones.


Otro de los aciertos del filme radica en las actuaciones del núcleo familiar Reyes Campbell, que sí bien no profundizan en lo dramático, sí logran delinear con claridad las personalidades de cada miembro, algo que no ocurría con frecuencia en las entregas anteriores, donde muchos personajes eran simples estereotipos destinados a ser eliminados. Aunque personajes como Julia o Charlie siguen esa línea, esta vez se percibe un esfuerzo mayor por dotar al elenco de una voz y presencia que permita al espectador establecer algún tipo de conexión.

Tony Todd, por su parte, aunque con una participación mínima, logra emocionar con su interpretación de William Bludworth. No solo por tratarse de su última aparición antes de su fallecimiento en noviembre de 2024, sino porque finalmente se revela que su personaje no representa a la muerte, como se creía, sino que es un sobreviviente más, haciendo su despedida emotiva y dejando un mensaje reflexivo que logra trascender las pantallas sobre la necesidad de vivir con plenitud.


En el plano técnico, los efectos especiales empleados en las muertes alcanzan un realismo notable, lo que intensifica la sensación de que las tragedias mostradas podrían ocurrir en el mundo real. Además, la banda sonora, el montaje y la iluminación se sincronizan eficazmente con la narrativa, ofreciendo una sinfonía de horror visual que, incluso, se permite coquetear con el humor negro para renovar el enfoque de la franquicia y sumar un matiz inesperado.

En cuanto a sus puntos débiles, Lazos de Sangre falla en mantener la coherencia narrativa, dejando varios cabos sueltos. Se sugieren reglas más complejas en el “juego de la muerte” y se insinúa la aparición de Kimberly Corman —única sobreviviente de la saga—, pero estas posibilidades nunca se desarrollan. Esto sugiere que los directores optaron por jugar a lo seguro, priorizando el catálogo de muertes sobre una historia más sólida que podría haber distinguido a esta cinta dentro de la franquicia. A su vez, el film presenta problemas de ritmo: arranca con lentitud y acelera de forma abrupta, dando la impresión de que se busca llegar rápidamente al espectáculo, sin dar suficiente espacio a las relaciones y eventos previos.


Destino Final: Lazos de Sangre no pretende reinventar el género, pero sí lo ejecuta con la precisión de una guillotina bien afilada. Pese a sus grietas argumentales y desequilibrios de ritmo, la película entiende su rol dentro de la franquicia y se entrega por completo a su esencia, ofreciendo muertes impactantes, una atmósfera cargada de tensión y personajes con los que, por fin, se puede empatizar más allá de su inminente final, dando como resultado una experiencia intensa, entretenida e implacable, capaz de satisfacer tanto a los fanáticos de siempre como a quienes buscan una dosis renovada de horror visceral, demostrando que la muerte, esta vez, ha hecho bien su trabajo.


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