Gibson, Voight y Stallone: el nuevo 'casting' presidencial de Trump
- Deyvid Hernandez
- 21 ene
- 4 Min. de lectura

Con una jugada que mezcla política y entretenimiento, el mandatario ha designado a tres leyendas de Hollywood para liderar una nueva era en la industria cinematográfica.
El pasado 16 de enero de 2025, el electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sorprendía al mundo del séptimo arte con un anuncio que marcó el inicio de su segunda etapa en la Casa Blanca. Pocos días antes de investirse oficialmente como gobernante de la nación americana, el magnate expresó a través de su red social Truth Social el nombramiento de las grandes celebridades Mel Gibson, Jon Voight y Sylvester Stallone como sus nuevos embajadores especiales en Hollywood. De acuerdo con el empresario, estos tres íconos dentro de la industria tendrán la tarea de revitalizar el cine estadounidense, impulsar oportunidades de negocio en la Meca del cine y recuperar la gloria de un sector que ha perdido brillo en los últimos años.
Esta designación no solo busca potenciar la industria cinematográfica, sino también consolidar una imagen de liderazgo cultural en el tablero global, un objetivo que la nueva administración ha dejado en claro es fundamental alcanzar para devolverle a la "fábrica de los sueños" su posición de privilegio frente al crecimiento de otras industrias en el mundo.

Respecto a la elección de las tres estrellas, cabe la pena recalcar que no es para nada fortuita. Jon Voight, reconocido por sus papeles en Midnight Cowboy (1969) y Coming Home (1978), ha sido uno de los partidarios más leales de Trump desde el inicio de su campaña presidencial, comparándolo incluso con el difunto presidente Abraham Lincoln y siendo reconocido por el magnate durante su primera presidencia con la Medalla Nacional de las Artes, el máximo galardón gubernamental para artistas en el país.
Por su lado, Mel Gibson, mundialmente famoso por sus roles en Braveheart (1995) y Mad Max (1979), es probablemente el seguidor más conocido y fiel del político neoyorquino, sobre todo por sus declaraciones polémicas en época de elecciones donde crítico duramente a Joe Biden y su vicepresidenta Kamala Harris, además de apoyar de forma honesta al candidato republicano.

Finalmente, Sylvester Stallone, inmortalizado como el gran Rocky Balboa, consolidó su relación con Trump tras presentarlo durante su discurso de victoria en Mar-a-Lago reforzando la visión del presidente como un líder al estilo de George Washington y demostrando ser simpatizante de los ideales de este.
En sus publicaciones, el presidente ha comentado que, además de promover el cine nacional, sus diplomáticos tendrán como misión revitalizar la industria desde una perspectiva financiera y cultural, esto con el objetivo de fortalecer las relaciones internacionales en el mercado del entretenimiento, buscar estabilidad económica tras las secuelas de la pandemia y enfrentar desafíos como las huelgas laborales o la competencia de los servicios de streaming, un plan visionario que el gobernante anunció se desarrollará mano a mano con los embajadores quienes serán sus “ojos y oídos” en el campo.

Los nombramientos, por supuesto, no han estado exentos de críticas y preocupaciones dentro del séptimo arte. Analistas expertos como Lucas Shaw han cuestionado la efectividad de estas figuras en una industria tan compleja, señalando problemas estructurales como la competencia global, las restricciones del mercado chino y las divisiones políticas dentro del gremio cinematográfico como los grandes retos que, incluso con el apoyo del gobierno, se ven complicados de resolver en el cuatrienio presidencial; mientras que los grandes estudios y personalidades del sector, están temerosos de una posible intervención política que amenace con regular los contenidos para alinear al cine con los objetivos republicanos, una alarma que se ve respaldada sobre todo por casos recientes como el boicot a The Apprentice (2024), donde Trump reaccionó de manera contundente contra una representación que consideró ofensiva por parte del actor Sebastian Stan quién interpretó una versión joven del empresario.
Asimismo, la inquietud también radica en el contexto político de Hollywood, donde la mayoría de las figuras y proyectos han apoyado causas democráticas, con contenidos satíricos fílmicos como La Cacería (2019) o la reciente movilización masiva de artistas a otras redes sociales por la victoria del político, situaciones que han profundizado las tensiones entre el mundo del cine y el partido republicano, aumentando las sospechas de que estos nombramientos puedan ser parte de una estrategia para influir en el discurso cinematográfico.

La decisión del presidente Donald Trump de nombrar a Gibson, Voight y Stallone como embajadores especiales para Hollywood representa una mezcla de ambición y riesgo. Si bien su experiencia y popularidad podrían ayudar a revitalizar el sector, también existe el peligro de politizar un arte que, idealmente, debería mantenerse independiente de los intereses partidistas, la verdadera clave del éxito estará en cómo estos emisarios manejen sus nuevas responsabilidades, priorizando el bienestar del séptimo arte sobre las estrategias políticas. En un momento de grandes desafíos para Hollywood, es crucial recordar que el cine debe ser un espacio neutral y universal, libre de influencias que comprometan su esencia.
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